SaaS o software como servicio

El origen de la informática es la de un hombre (o una mujer) a un ordenador pegado. Ahí acababa la relación del usuario con el ordenador: un teclado, una pantalla y unos pocos programas, normalmente de administración (de ahí lo de ordenador) y ofimática y también algunos videojuegos.

La diferencia entre hardware (componentes) y software (programas) estaba bien clara y definida. Hasta que llegó internet y, a finales de los noventa, se empezó hablar ya del software as a service, o software como servicio, que formaría el acrónimo de SaaS.

En breves palabras, SaaS se emplea para referirse a aquellos servicios ofrecidos por un servidor externo al ordenador personal. Ahí entraría algo de uso tan cotidiano como el correo electrónico o una tienda online sin necesidad de instalar un software determinado para ello, sino trabajando ya “en la nube”.

Se rompía para siempre con la imagen de un usuario sentado frente al ordenador, pero aislado del mundo.

Breve historias del SaaS

El software como servicio no es algo nuevo. Su existencia es paralela a la popularización de internet gracias, precisamente, a esos servicios de software en la nube que se pudieron ofrecer gracias al desarrollo de esta tecnología. Porque en los primeros compases del uso del correo electrónico, en universidades y grandes empresas, era necesario instalar un software específico para usar el e-mail (Eudora, Outlook Express y otros más).

De ahí que en aquella época el ordenador personal siguiera siendo personal, ya que no permitía enviar correos desde otros ordenadores, algo que pasó a la historia con la irrupción de las cuentas de correo electrónico de Yahoo!, Hotmail o Gmail.

Entonces se adapta ya el término SaaS, ofreciendo más ventajas que el modelo ASP (Active Server Pages) que Microsoft desarrolló para crear webs dinámicas. Desde los primeros años dosmil y hasta la actualidad, la tecnología concebida bajo el paraguas SaaS ha evolucionado prodigiosamente, generando un abanico de aplicaciones y servicios enorme.

Ventajas del software como servicio

El uso moderno del SaaS abre nuevas dimensiones tanto a usuarios como a desarrolladores de software gracias a virtudes como:

• Mayor velocidad y capilaridad. El poder de la nube, aplicada a dispositivos de gran usabilidad como los móviles, genera unos horizontes nunca vistos, también gracias a la participación de las redes sociales y su poder viral.
• Reducción de costes. La nube acaba con las exigencias de equipos de hardware y middleware extras, y con el consiguiente mantenimiento.
• Seguridad. Los datos no están ya expuestos a errores humanos y cuentan con sistema de encriptado y copias de seguridad que garantizan su almacenaje óptimo. Además, cuentan con sistemas de almacenamiento descentralizados, lo que impide sabotajes.
• Ahorro de dinero y de tiempo. No hace falta invertir en programas individuales para cada ordenador o usuario, y los costes se reducen y aplanan. Por ejemplo, para disfrutar de un programa de retoque fotográfico en una agencia de publicidad, o de la suscripción a los servicios de una agencia de noticias para una redacción periodística.

Ejemplos de aplicaciones del software como servicio

El SaaS se enmarca en el campo del cloud computing o computación en la nube y se base en modelos de suscripción, ya sean de pago o gratuitas. Es decir, el SaaS se dirige a usuarios particulares y, desde sus orígenes, está ideado para ofrecer soluciones que fomenten la comunicación, de ahí que sus herramientas más conocidas y populares sean el correo electrónico, los chats de mensajería instantánea para la comunicación interna de las empresas o sistemas de CRM para gestionar la relación con los clientes.       

También son un buen ejemplo de SaaS los servicios de alojamiento de archivos en la nube que permiten también ‘despersonalizar’ el ordenador ya que estas plataformas son accesibles desde cualquier ordenador. Con ello no solo se libera el disco duro, sino que se gana en seguridad al no depender de un solo dispositivo, y en su defecto de un disco duro externo, para custodiar nuestros archivos y material de trabajo cotidiano.